Sentido colectivo


César Chaman Alarcón, El Peruano, Viernes 21 de noviembre de 2014.


Habituado a trabajar con conceptos que exigen esfuerzo de abstracción, el semiólogo Paolo Fabbri aborda en la siguiente conversación aspectos tan cotidianos como el papel de las redes sociales, el poder de los medios en la construcción de la agenda social y la necesidad de nuevos sueños comunes.

La lengua no es una suma de palabras, y un sistema de significación, a su vez, no es un conjunto de signos, afirma el semiólogo Paolo Fabbri, en las primeras páginas de El giro semiótico, el texto resultante de las lecciones que dictó a la comunidad académica de Palermo hace algunos años.
Las cuestiones del significante y el significado y su relación con los procesos complejos en la sociedad son una constante en el trabajo de este catedrático de la Universidad Internacional de Estudios Sociales de Roma. Por ello, desde su punto de vista, más que analizar las características particulares del signo, hace falta ahondar en los sistemas subyacentes que posibilitan la construcción, la destrucción y la renovación de sentidos.

PENSAR Y ACTUAR
El profesor Fabbri llegó a Lima en la segunda semana de este mes para dictar conferencias sobre investigación en torno a las imágenes de marca, íconos y diagramas, y, coherente con su vocación magisterial, se dio un tiempo para responder preguntas respecto a semiótica, comunicación y politica.
“Los medios tradicionales conservan todavía una fuerza considerable cuando se trata de orientar a la opinión pública”, observa Fabbri, al analizar las posibilidades que plantean las redes sociales e internet. Semanas antes, también en Lima, el filósofo italiano Mario Perniola se declaró optimista respecto al llamado ‘quinto poder’ -los medios sociaies- y su acogida al pensamiento crítico. “Yo soy más prudente”, reconoce.
Para sustentar su distancia, cita el caso de Julian Assange y el escándalo de los WikiLeaks. “Assange es un espía, pero su imagen es la de un libertario heroico. ¿Alguien ha tenido la oportunidad de revisar todos los documentos que él difundió en la red? No. Lo que conoce la gente, aquí y allá, es lo que filtraron y publicaron diarios como The Guardian, The New York Times y Der Spiegel. Hay todavía un two step flow aun en casos como este: los medios tradicionales conservan el poder de definir la agenda de la sociedad”.
“Y mientras todo eso ocurre, la red está llena de indignación y virulencia, pero falta acción -añade-. La diferencia no está en el pensamiento, sino en la actitud”. Por tanto, la pregunta que deben hacerse los estudiosos y también los activistas es cómo transformar ese pensar en un actuar.

NOS FALTAN SUEÑOS
La misma reflexión es válida cuando se toca el tema de la violencia, un fenómeno que recorre los países de Latinoamérica, desde México hasta Argentina, y que, al otro lado del Atlántico, causó estragos durante décadas en algunas regiones de Italia.
La violencia y los estados de euforia son fenómenos propios del ser humano, admite el semiólogo. Y cuando se dice que existe un ‘acostumbramiento’ ante la violencia, habría que analizar el problema desde la perspectiva de la euforia.
En Europa, la euforia -en tanto exaltación de las pasiones y del entusiasmo- dio paso a fenómenos sociales y políticos tremendos como el fascismo, explica Fabbri. Pero, después, el exceso de euforia llevó a la humanidad a una etapa de disforia, a una negación de lo anterior, al punto que ahora lo que se observa en la dimensión social es la aforia, un estado en que ya nada llama la atención. En este peligroso letargo, la sociedad podría perder toda opción de control sobre problemas como la violencia.
“Entonces, no basta con indignarse, hay que comprometerse”, acota el semiólogo, para quien esta escasez de motivaciones debería revertirse con la creación de nuevos sueños colectivos. “Digosueños como sinónimo de ilusión”, agrega, antes de recordar a Mafalda, la niña que traduce en palabras sencillas toda la genialidad gráfica y analítica de Joaquín Lavado, ‘Quino’. En una de las tiras de Quino, Mafalda está de pie sobre su cama y levanta la voz para decirnos: ¿Con qué vamos a soñar hoy? “Eso es lo que falta en este momento”.
En la tarea urgente de construcción de ilusiones, el ser humano tiene a su alcance algunas herramientas sutiles, como la música yel cine. La música tiene una suerte de doble función, comenta el profesor: una es de espera, como anticipación del futuro, y otra es de nostalgia, de evocación del pasado. El jazz, por ejemplo, tiene en sí mismo unas posibilidades de expresión notables.

ÚLTIMAS PALABRAS
Fabbri toma distancia de otro compatriota suyo, Giovanni Sartori, quien alerta sobre un empobrecimiento de la capacidad de pensar en abstracto, como consecuencia del acto cotidiano de ‘telever’. A salvo de las visiones apocalípticas -en el sentido que les dio Umberto Eco-, confía en la continuidad de la construcción de significados como proceso colectivo.
“Correcto no es lo mismo que verdadero, tanto como incorrecto no es igual a falso”, acota, para redondear el mensaje en torno a signo, significante y significado. “Además, ‘democracia’ no es la última palabra -sentencia Fabbri-. Es siempre la penúltima”.

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