Por: Carlos Fernando Álvarez C., UN Periódico, Unidad de Medios de Comunicación – Unimedios, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, No. 156, Jun. 09 de 2012.
De 74 años, siempre sonriente y elegante, Paolo Fabbri, considerado actualmente el mejor semiólogo del mundo, estuvo en un seminario del Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura (IECO) de la UN para hablar sobre las TIC, comunicación, política y docencia. “Hoy los medios ya no son apocalípticos –como decía su maestro, Umberto Eco–, sino hipercalípticos”, dijo a UN Periódico.
– ¿Cómo califica hoy a los medios de comunicación y de las telecomunicaciones, que configuran un mundo cada vez más pequeño e interdependiente?
Hay que hacer una distinción muy importante: una cosa es la información y otra, la formación. La información pide que los medios masivos divulguen la mayor cantidad de mensajes al mundo entero en un mínimo de tiempo. Hoy con la red eso ya es posible. Lo contrario es la formación. En ella tenemos necesidad de un contacto personal, durante un tiempo muy largo (trimestres, semestres, años), en un espacio muy estrecho. Y uno de los problemas de hoy es que todo se confunde. La gente pretende hacer formación con la información, y hacer información con la formación. Hay que dejar en claro esta distinción, que es semántica y cultural. Ahora, el verdadero lío es cómo las nuevas tecnologías influyen en esos dos niveles de la comunicación.
– La primicia del terremoto de Haití la tuvieron las redes sociales. Facebook informó primero al mundo, incluso antes que CNN. ¿Hoy las redes empoderaron al ciudadano de a pie para informar? ¿Se rompió el paradigma?
Es muy fácil poner el mundo en la red, pero es más difícil construirlo en la red. Una cosa es la tecnología, que se puede generalizar o globalizar, y otra es globalizar al mundo desde el punto de vista de los valores y de los contenidos. Por ejemplo, hoy hay más tendencias de globalización técnica, pero más y más tendencias de provincianismo étnico. Esto es una contradicción fundamental: no es necesario que la globalización de la tecnología produzca la globalización de los valores.
Otro problema importante, antes de decidir si es posible construir una sociedad en la red, y no un mundo que utiliza la red –que no es lo mismo– es el problema de la hibridación de los medios. Hoy, las nuevas tecnologías hablan de las viejas tecnologías. Por ejemplo, cada vez menos jóvenes observan la televisión tradicional, pero ven más y más contenidos de la televisión tradicional en el computador; hablan más y más de temas importantes desde el punto de vista de la información, y comentan artículos de prensa porque un amigo los subió a la red, no porque agarren el periódico impreso.
– ¿La plaza pública, como escenario, se modificó con las TIC y las redes? Hay ejemplos de revueltas y hasta atentados que se apoyaron en internet…
Sí, a través de los blogs y de los foros. Pero la idea de que hay un material de la web que se da o presenta como “idóneo”, como “opinión calificada”, no es tan correcta. Esa afirmación no tiene en cuenta dos aspectos fundamentales: uno, la axiología (la jerarquía de los valores), y dos, la ideología (el proceso de los valores que se transforman). Si no se tienen en cuenta estos dos aspectos, se produce el concepto de que la “opinión autorizada” es la de un señor X que dice algo y la de la gente que lo repite. La multiplicación de la información no resuelve el problema. Tenemos que pensar en valoraciones, desvaloraciones y transformaciones ideológicas.
Buscar la hibridación.
– Umberto Eco tildó a los medios de comunicación de “apocalípticos”. ¿Seguimos con esa tendencia?
La posición de Eco es de hace cincuenta años. Algunos temas se han transformado desde entonces. Yo diría que no estamos en apocalipsis, sino en una hipercalipsis, y vamos a inventar el término. El apocalipsis se basa en una sola revelación. Estamos en hipercalipsis, porque hay un orden con actores miopes, que generan equilibrios provisorios y transformaciones locales. Es fragmentario. Hoy no se puede hablar de apocalipsis, porque su idea se basaba en un centro, en una destrucción general.
– ¿Cómo va con su teoría del secreto?
Hace cinco o seis años, un investigador estadounidense, Peter Galison, especialista en sociología de la ciencia, descubrió que hay más secretos que descubrimientos científicos revelados; pero aseguró, además, que las informaciones reservadas constantemente se desvelan. El problema, hoy, es el juego complejo, hipercalíptico y miope de cosas que son escondidas, disfrazadas y, al tiempo, reveladas. Por eso, es necesaria la investigación seria.
– ¿Berlusconi en su momento no cayó en ese juego de tapar y destapar?
Berlusconi es interesante. Los italianos nunca han hecho revoluciones, sino contrarrevoluciones. Así como el nacionalismo fue una invención latinoamericana, él es otra gran invención italiana, al igual que el fascismo. Berlusconi fue una invención prestigiosa, como la pizza, la Ferrari, o la mafia.
– ¿Hoy el analfabetismo radica en no manejar los medios tecnológicos?
Se escribe más y más en la computadora. Se escribe mal, pero se escribe muchísimo. El problema no es que haya un analfabetismo respecto de la imagen o de la escritura, lo grave es que hay un analfabetismo sobre la hibridación de los medios, es decir: se ignora totalmente la mezcla y el montaje de imágenes, sonidos, audios y textos en un solo medio o trabajo. Creo que hoy es necesario que los profesores empiecen a pasar sus vacaciones jugando videojuegos. Es necesario. Así, podrán aprender a hacer montajes de imágenes, música, escritura y audio, tal como los hacen los jóvenes que son aventajados.
– Umberto Eco delineó a Paolo de Rimini en El nombre de la rosa y se supone que es usted.
No sé por qué, pero la gente que leyó la novela recuerda que el Rimini del libro es el bibliotecario del monasterio laberíntico. Yo soy Paolo y soy de Rimini, ciudad italiana; pero soy doctor en gráficos; más que escribir me gusta la imagen, hablar y escuchar. Muchas coincidencias, pero no se olviden de cómo muere el personaje: atacado por ladrones. A Eco le he reclamado por esto. Él confesó recientemente que el personaje de Baudolino, que es una dualidad y habla consigo mismo, soy yo. La idea nació porque he pasado muchísimo tiempo leyendo poemas con Eco. El problema es que cuando los leo, no los entiendo de inmediato y esto me enfurece. Eco dijo públicamente que esta idea de leer el poema y no comprenderlo es tan típica mía que se inspiró en ello para configurar al personaje. Creo que es una mentira, pero también podría ser posible.
– De ese Rimini al Fabbri de hoy, ¿cómo ha avanzado el tiempo y la comunicación?, ¿del monje de pluma de ganso en la cartuja al internet?
El avance es innegable, pero hay que tener cuidado de creer que los viejos medios sucumbieron ante los nuevos por tratarse, supuestamente, de una premisa tecnológica. Creo que la red, ahora, habla, y con fuerza, de la vieja televisión y del periodismo tradicional.